jueves, 18 de marzo de 2010

Rima VII

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en la rama
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio así
duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!


G. A. Bécquer

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